sábado, 1 de enero de 2011

Rotación pirotécnica

Metanoticia

En ocasión de celebrarse el final del año 2010 y el comienzo de 2011, hechos que casualmente ocurren en el mismo momento, aunque muchos intelectuales discutan incansablemente acerca de a cuál de los dos años pertenece ese ínfimo instante que cambia los números, y aún proponiendo algunos que esa porción no mesurable de tiempo no pertenece ni a uno ni a otro, se dio a conocer un estudio que confirma qué tan beneficiosa resulta la rotación terrestre durante los festejos.
Sabido es que las sucesivas vueltas que da nuestro planeta sobre su propio eje, no sólo permiten dividir el tiempo en días y nos dan ocasión para dormir, sino también consiguen que en la totalidad de su superficie esté plasmado en todo momento un día completo. Mientras alguien ve el amanecer en un punto, otro ve el atardecer. Mientras alguien cena, otro almuerza. De no girar eternamente, nuestro planeta condenaría a las luciérnagas a vivir en un solo hemisferio.
Además de estas ventajas, que se disfrutan durante todo el año, un estudio realizado en algún lugar sugiere que la rotación terrestre es la que permite el uso masivo de la pirotecnia como entretenimiento. Según los resultados de algunos experimentos de laboratorio pudo saberse que si el año nuevo ocurriera simultáneamente en todo el globo, la energía liberada por todos los cohetes y cañitas voladoras conseguiría aumentar la temperatura de la atmósfera en un grado centígrado.
Divergentes opiniones existen acerca de cuáles serían las consecuencias de ese mínimo aumento de temperatura, de escasa inercia térmica. Mientras los más optimistas sugieren que no sería suficiente para producir una cambio perceptible, los pesimistas más exagerados creen que ese grado solito podría ser capaz de derretir una porción de los hielos polares suficiente para que los menhires de la Isla de Pascua floten a la deriva.