martes, 11 de octubre de 2011

Incertidumbre

Discusión

No me entendiste bien, dijo Rodrigo para adentro, lo que quise decir es que al tirar una moneda, las posibilidades no son sólo cara o cruz, son infinitas. Esta última oración no le había aclarado nada. Hecho triste para cualquiera que discuta con su propia persona. Haber si entendí, intentaba recapitular Rodrigo, lo que vos sostenés es que infinitos desenlaces son posibles después de arrojar una moneda. Claro, se contestó.
A pesar de que su interlocutor era él mismo, Rodrigo no pudo confiar ciegamente en el disparate que se había dicho. Es que de ser cierto, no tendría sentido que, al menos en la mayoría de las veces, las monedas arrojen resultados de cara o cruz. Entonces se lo hizo saber a Rodrigo.
Hay algo que se te escapa, le dijo el defensor del disparate. La cantidad de desenlaces posibles para una moneda que se lanza al vuelo es infinita, aunque no todas estas posibilidades son igualmente probables. Ni bien entraron en temas estadísticos, Rodrigo, el otro, se sintió incómodo.
Explicó el fanático de la incertidumbre, que si bien era altísima la probabilidad de que la moneda caiga en cara o en cruz, nunca podía descartarse que pudiera permanecer apoyada en su borde, sin decidirse. Incluso sostuvo, y con convicción, que era posible que la moneda desapareciera o viajara en el tiempo. Hasta que expresara cara y cruz al mismo tiempo. Muy poco probable, dijo, pero eso no quiere decir que no pueda suceder.
Esta discusión no iba a ningún lado, como ninguna de las discusiones que suceden dentro de un solo cerebro. De todas formas, antes de acostarse, ambos Rodrigos, lanzaron una moneda.