lunes, 28 de mayo de 2012

Misil injusto

Trasgresión

Siempre supimos que Javier, el trasgresor, estaba loco. Sin embargo, de todas las trasgresiones que había cometido hasta hace pocos días, ninguna se parece a la última. A partir de hoy, ya no podremos verlo como un personaje pintoresco en una historia llena de humor.
Iba él caminado por una vereda cualquiera de una calle cualquiera. Llevaba un tubo negro, muy parecido a ese que usan los estudiantes de arquitectura para llevar sus planos. Estudiantes tienen que ser, porque a los arquitectos recibidos se les permite transportar sus diseños en formatos digitales.
En un momento se detuvo al lado de un poste negro. Uno de esos que tienen un número arriba de todo. Un número que representa a una línea con la que se representa a un recorrido que realiza un vehículo de transporte público. Así Javier esperaba un coche de la peor línea de colectivos de Buenos Aires.
No es nuestra intención aquí defender a los colectiveros. No hace falta más que pararse en una esquina cinco minutos para saber que manejan muy mal y que no respetan ni un poquito ni a las leyes de tránsito ni a sus pasajeros. Es, justamente, a los pasajeros a quienes tenemos que defender.
Javier hace una seña con la mano. Le está pidiendo al vehículo que se detenga y le permita subir. El colectivo no para. Esto sucede muchas veces en Buenos Aires. No es la primera vez que un chofer se hace el idiota y se pasa de largo una parada.
El trasgresor pone una cara de odio terrible. Nos asusta. Por suerte no nos está mirando a los ojos, eso nos haría temblar de terror. Levanta el tubo negro que tiene en las manos y se lo pone sobre el hombro. Vemos un fogonazo.
Un misil pequeño sale del tubo negro, vuela propulsado por un humo blanco que simboliza cualquier cosa menos la paz, alcanza muy rápido el colectivo que acaba de pasar de largo. La explosión destruye mucho más que un colectivo. Muerte merecida para el chofer pero cruelmente arbitraria para con los pasajeros. Javier vuelve a levantar la mano, pero el nuevo colectivo ya no se anima a seguir con el recorrido.