jueves, 23 de agosto de 2012

Método colectivo

Divague

Además de establecer distintas leyes naturales y desarrollar herramientas para el análisis cuantitativo de los distintos fenómenos que estudia, la ciencia también debería hacerse cargo de solucionar aquellos que resulten socialmente incómodos. Y no hablo únicamente de encontrar la cura para el cáncer, sino también de aquellos problemas menores que afectan la comodidad de todos.
Así es como tras haber logrado establecer con claridad una posible forma de cuantificar el grado de injusticia sufrido por cualquier pasajero durante un viaje en colectivo al no poder sentarse, ahora estoy en condiciones de proponer un método bastante simple, que en teoría, permitiría reducir considerablemente la amplitud de la injusticia (la diferencia porcentual de tiempo de viaje sentado entre el pasajero con más suerte y aquel más desafortunado).
Cuando un pasajero sube al colectivo, abona su pasaje con una tarjeta magnética. Ahora bien, además de debitar de su tarjeta el importe correspondiente, la máquina podría asignarle al pasajero un número de turno. Cada asiento estaría equipado con un sensor para detectar si tiene o no pasajeros encima. Entonces, una vez que todos los asientos se ocupan, el sistema comenzaría a repartir los asientos que vayan liberándose siguiendo el orden de los turnos. La aplicación de este sistema permitiría que siempre se siente el pasajero que más tiempo lleva parado.
Surgen de aquí dos posibles problemas. El primero tiene que ver con aquellos pasajeros que cuentan, por presentar capacidades reducidas de movilidad, con prioridad a la hora de sentarse. Esto podría solucionarse agregando a la tarjeta magnética con la que se paga el pasaje esta información. Así, cada vez que suba al colectivo un rengo, el sistema podría otorgarle un turno prioritario.
Existen otras dos situaciones problemáticas. Si todos los asientos se ocupan en un primero momento por pasajeros que realizan el recorrido completo, al final del viaje ellos habrán estado sentados el cien por ciento del tiempo, mientras que los que hubieran realizado distancias más cortas, el cero por ciento. Este inconveniente puede solucionarse, arbitrariamente, estableciendo una nueva norma que otorgue prioridad a aquellos pasajeros que viajen durante trayectos más cortos.