viernes, 28 de septiembre de 2012

Segundo aniversario

Metanoticia

El pasado 25 de septiembre, Percepciones de la ignorancia cumplió 2 añitos. Se ha sabido que Rodrigo Valla, su autor, le preparó una torta de chocolate con mucho dulce de leche y le prendió dos velitas. Por alguna razón desconocida, el blog no pudo soplarlas. Quizás no haya podido pedir los tres deseos.
El asunto es que una ráfaga de viento logró filtrar por los burletes de la ventana una leve corriente que volcó las velas, que cayeron al mantel, que se encendió inmediatamente, que dejó negro el techo y así. Los bomberos tuvieron algunas dificultades pero pudieron controlar el fuego y los daños no fueron tan graves.
Más allá de este triste hecho, aprovechamos para entrevistar a Rodrigo, quien se mostró contento del crecimiento que tuvo el blog en este último año. Si bien es cierto que se publicaron menos textos que el año anterior, comentó, es bueno haber podido mantener vivo el blog. Además, agregó, la cantidad de visitas ha crecido 80% con respecto al año pasado.
Percepciones de la ignorancia, por su parte, no se mostró tan conforme. Afirmó que le gustaría haber ido a Marte con el Curiosity pero Rodrigo no le dio permiso. Aparentemente eran amigos personales antes de que el robot fuera lanzado hacia el planeta rojo. Cuando se le preguntó si seguían en contacto respondió: la verdad es que no, lo llamé por teléfono una vez, pero hay un retraso de 14 minutos en el satélite. Se hace imposible mantener una conversación, protestó.
Si bien el blog que acaba de cumplir años es un accidente informático insignificante al lado de una misión espacial de miles de millones de dólares y aún cuando entre los blogs que hay por ahí, también es pequeño ya que tiene menos de mil visitas diarias (unas novecientas ochenta y seis visitas menos) quizás sea el único que festejó su cumpleaños con un incendio.

martes, 18 de septiembre de 2012

Estática forestal

Ficción

Hace tiempo que es bastante común vestirse con telas de plástico, lo que sin duda presenta ciertas ventajas ambientales porque nos permite transformar toneladas de botellas de gaseosa en camperas abrigadísimas. Claro que no todo es color de rosas.
Cuando ustedes, víctimas de una curiosidad irrefrenable, consulten acerca de las ventajas y desventajas de una de las telas más utilizadas para la confección de abrigos en la actualidad, notarán que se menciona el problema de la generación de altas cargas de electricidad estática.
Todo esto sucedió un año muy seco. Pero muy seco. De esos que de tan seco que el aire está, te da sed de respirar. Yo estaba en un bosque. Uno muy bonito, con muchos árboles, que antes eran verdes y después, por la sequía, se mostraban al mundo con un marrón tímido.
Vestía un abrigo de esa tela hecha de plástico. Caminaba entre los árboles, oliendo el viento que se filtraba entre las ramas. El cielo estaba celeste y no había ninguna nube que diera lugar a ilusionarse. El agua planeaba hacerse esperar. Me senté a los pies de un tronco altísimo y empezó a gestarse la catástrofe.
Saqué una petaca y tomé un sorbito de una bebida de esas que te queman la garganta. Pensé un rato en lo injusto de la sequía y me dio calor. Nunca podré perdonarme lo que sucedió después. Cuando me saqué el buzo hecho de tela de plástico, varias chispas iluminaron el aire. Tan seco estaba el bosque, que esas pequeñísimas luces eléctricas alcanzaron para comenzar un incendio. Tuve que pararme rápido y comencé a pisar las llamas con los pies. Pero aún cuando tengo grandes los pies, el incendio no tardó en superar las suelas de mis zapatos. Todo se llenó de humo y las llamas alcanzaron el cielo.

martes, 11 de septiembre de 2012

Cuesta abajo

Trasgresión

Javier ha resultado un elemento clave para el control del mal estacionamiento en la ciudad. Recordemos que se lo empleó en el estado para que controle vehículos mal estacionados, y se le permitió hacer uso de sus métodos creativos y extremadamente trasgresores. En poco tiempo ha logrado reducir enormemente la cantidad de vehículos mal estacionados en la vía pública aplicando diversos métodos destructivos que hicieron llorar a casi todos los propietarios. Recordarán ustedes aquel coche cuyo techo Javier atravesó con el cartel que rezaba prohibido estacionar. Y ese no fue el único vehículo destruido.
Hoy se dispone a hacer algo más divertido. Realmente se siente muy bien con este trabajo, nunca se había imaginado que alguien podría pagarle por realizar una tarea tan violenta. Está esperando que aparezca su víctima. Viste una barba postiza y un sombrero. Es que desesperados, los automovilistas de la ciudad han hecho circular su foto advirtiéndose mutuamente para salvar su más preciada posesión.
Pero siempre hay alguien que se distrae. Así que Javier está parado en una esquina. Ahí lo vemos esperando la oportunidad de expresar su arte destructivo. Un auto se detiene en doble fila. El conductor salta hacia afuera y se dirige rápidamente a un quiosco. Javier se acerca, ni muy lento ni muy despacio. Abre la puerta. Suelta el freno de mano.
El dueño del vehículo sale del quiosco y pone cara de no me puede estar pasando esto. Su auto, víctima de la aceleración a la que lo condena la pendiente de la calle, comienza a moverse hacia una avenida muy transitada. Intenta alcanzarlo pero ya va muy rápido. Cierra los ojos. No oye ningún ruido. El auto ha conseguido cruzar la avenida sano y salvo. Pero a lo que la gravedad acelera, la inercia lo mantiene en movimiento. Se escucha un estruendo bastante fuerte. El auto se detuvo, pero contra un volquete. Ya no tiene la misma forma que hace un rato.