martes, 18 de septiembre de 2012

Estática forestal

Ficción

Hace tiempo que es bastante común vestirse con telas de plástico, lo que sin duda presenta ciertas ventajas ambientales porque nos permite transformar toneladas de botellas de gaseosa en camperas abrigadísimas. Claro que no todo es color de rosas.
Cuando ustedes, víctimas de una curiosidad irrefrenable, consulten acerca de las ventajas y desventajas de una de las telas más utilizadas para la confección de abrigos en la actualidad, notarán que se menciona el problema de la generación de altas cargas de electricidad estática.
Todo esto sucedió un año muy seco. Pero muy seco. De esos que de tan seco que el aire está, te da sed de respirar. Yo estaba en un bosque. Uno muy bonito, con muchos árboles, que antes eran verdes y después, por la sequía, se mostraban al mundo con un marrón tímido.
Vestía un abrigo de esa tela hecha de plástico. Caminaba entre los árboles, oliendo el viento que se filtraba entre las ramas. El cielo estaba celeste y no había ninguna nube que diera lugar a ilusionarse. El agua planeaba hacerse esperar. Me senté a los pies de un tronco altísimo y empezó a gestarse la catástrofe.
Saqué una petaca y tomé un sorbito de una bebida de esas que te queman la garganta. Pensé un rato en lo injusto de la sequía y me dio calor. Nunca podré perdonarme lo que sucedió después. Cuando me saqué el buzo hecho de tela de plástico, varias chispas iluminaron el aire. Tan seco estaba el bosque, que esas pequeñísimas luces eléctricas alcanzaron para comenzar un incendio. Tuve que pararme rápido y comencé a pisar las llamas con los pies. Pero aún cuando tengo grandes los pies, el incendio no tardó en superar las suelas de mis zapatos. Todo se llenó de humo y las llamas alcanzaron el cielo.