martes, 31 de diciembre de 2013

Año nuevo

Noticia Cierta

En estos momentos, aquellos que vivimos en América estamos preparando los festejos de año nuevo. Preparación que puede incluir gran diversidad de actividades aunque quizás la más reiterada sea la limpieza exhaustiva de aquellas casas que han sido elegidas para hospedar familias enteras. Porque es bien sabido que a ningún anfitrión le gusta que su casa esté poco presentable. Claro que en algunos casos, con un poco de exageración limpian hasta los adornos y corren apurados para poder completar el proceso antes de la llegada de los primeros invitados.
Sin embargo tienen que saber una cosa, ya es tarde. El año nuevo ya llegó y lo saben bien los Australianos, incluso algunos rusos audaces de esos que viven en las costas del Estrecho de Bering. Ya brindaron, se saludaron, tiraron todos los fuegos artificiales que tenían. Incluso hace un par de horas están durmiendo.
Y sí, acá en occidente el año puede ser muchas cosas pero de nuevo no tiene nada. Hecho claramente injusto y que me hace pensar que la comunidad internacional debería considerar ir rotando, año tras año, la polémica línea del cambio de día. Supongo que no será difícil convencer a todos los pobres que viven por ahí, ya que no debe haber muchas cosas tan molestas como remar unos metros y que los lunes se transformen en martes.

sábado, 28 de diciembre de 2013

El otro incendio

Ficción

Y se vino la ola de calor. Buenos Aires es un horno por estos días. No uno a gas ni tampoco uno eléctrico. No sirve para cocinar bizcochuelos pero las ideas queman y la tasa de transpiración de la población creció increíblemente. Yo acá estoy, pelado. No, todavía no se me cayó todo el pelo, sucede que durante la tarde de ayer me pasó algo de lo más ridículo.
Estaba trabajando en el escritorio con mi computadora portátil. Las gotas de sudor se deslizaban por mi frente, por mi nariz, se me metían en los ojos. En cierto momento me di cuenta de que la computadora estaba muy caliente. Tuve que alejar un poco las manos para no quemarme. E Ignorando las advertencias de los fabricantes, que siempre establecen un rango de temperatura para el uso de una máquina, no detuve mi inspiración. Seguí escribiendo lo más rápido que pude.
Cuando ya me quemaban las yemas de los dedos retiré apurado las manos del teclado. Noté que comenzaba a salir humo de la computadora. A los pocos segundos una pequeña llama naranja se asomó por debajo de las teclas. ¡Mi máquina estaba prendida fuego! ¡Mi trabajo estaba a punto de perderse en una veloz oxidación de los materiales que lo alojaban!
¿Si me quedé pelado por el estrés? No, realmente hacía mucho calor. Y estaba tan preocupado por mi computadora que no alcancé a darme cuenta de que el pelo se me había encendido también. Para cuando metí la cabeza debajo de la ducha, sólo quedaban unas cuantas hebras.

martes, 3 de diciembre de 2013

Teorema de los besos

Divague

Hace tiempo, durante una fiesta de cumpleaños, surgió la cuestión de cuántos besos nos habíamos dado entre todos para saludarnos. Así que tuve que poner manos a la obra y en principio me equivoqué de lo lindo. Es que abordando el problema de los besos como una cuestión del arte de la combinatoria, pensé inicialmente que la cantidad de besos que se requieren para que todos los individuos en una fiesta se saluden es la cantidad de personas presentes multiplicada por todos los enteros positivos precedentes (es decir, factorial del número de invitados). Rápidamente me di cuenta de que no era posible que en una fiesta con diez personas fueran necesarios más de tres millones de besos, por lo que tuve que revisar el problema.
Hoy estoy en condiciones de resolver la cuestión con el Teorema de los besos, escrito que enuncia la expresión matemática que permite conocer, a partir del número de personas presentes en una fiesta, la cantidad de besos necesaria para que todos se saluden entre sí.
Se trata de una sucesión simplísima. El número de besos necesario para que todos se saluden entre sí será igual a la cantidad total de invitados multiplicado por la cantidad de invitados menos uno, todo eso dividido dos. Téngase en cuenta que el beso se define como el saludo entre dos personas que incluye los dos típicos ruiditos producidos por los labios de uno sobre el cachete del otro.

Puede descargar la formalización del teorema, click aquí.