martes, 25 de marzo de 2014

Paralelas calientes

Divague

Acepto el desafío de cocinar un poco. Pero a la antigua, a la manera gaucha. Por supuesto hay varias formas de hacerlo. Está la parrilla o el asador. También otras técnicas como la del fantástico asado con cuero. Pero a mí no me alcanza ninguna. Digo, ya que lo más probable es que mi asado no sea memorable por su gusto, porque seguro esos cocineros de la televisión lo hacen mejor, que sea recordado por atrevido.
Se me ocurren una gran cantidad de posibilidades. Podríamos meter las brasas en un caldero y subir el caldero a un árbol. Ataríamos la parrilla en las ramas más altas y rezaríamos para que el árbol se incendie después de la cena.
Pero a mí me encantan las asociaciones entre ámbitos que no se juntan. Así que propongo una intersección mágica entre la industria del automóvil y la cocción de la carne. Usemos la parrilla del radiador.
Ahora nos queda sólo diseñar el método. Por supuesto podríamos atar la carne a los barrotes del coche, pero es poco vistoso. Yo diría que mejor le pedimos a un amigo que apoye la carne en la parrilla y nosotros aceleramos.
Suponiendo que el trozo de carne pesa un kilogramo, la parrilla del auto está en posición vertical y la constante de rozamiento estático es igual a 1 (que es mucho), la fuerza normal necesaria para que no se nos caiga la carne es de 10N. Para generar dicha fuerza es para lo que aceleramos el auto. Y necesitamos una aceleración más o menos constante de aproximadamente 10 metros sobre segundo al cuadrado.
En el momento en que la carne esté a punto, asumiendo que la cocción llevará unos cuarenta minutos, estaríamos viajando a 43200 kilómetros por hora. No parece un método de cocción seguro.
¡Ah! Disculpen, si tomamos en cuenta el aire, que por ser viscoso empujará la carne contra el auto, quizás no nos haga falta ir tan rápido. ¡A pedir un auto prestado y probar!