jueves, 29 de diciembre de 2016

Obra hidrante

Percepción

Obra hidrante - Hydrant work
La historia del arte ha recorrido grandes dis­tan­cias. Y no siempre hacia el mismo lado. Porque las búsquedas del arte dependen de las búsquedas de cada ar­tista. Cada artista, ade­más de artista, es una persona. Si nos cuesta ponernos de acuerdo en familia y la democracia lleva años sirviendo como evidencia de lo difícil que puede ser estar de acuerdo en qué rumbo tomar, no debería sorprendernos que la historia del arte haya descripto trayectorias impredecibles.
Ahora bien, el problema del arte en los años mayores iguales a dos mil es que acumula tanto tiempo desdibujando los límites de la obra y confundiendo con ello al público que cualquier cosa (ya sea valiosa o una tremenda porquería) puede ser una obra. Mingitorios dados vuelta, cuartetos para cuerdas con helicópteros, músicas llenas de silencio o libros que nadie entiende (aunque nadie se anime a reconocerlo).
Yo no le encuentro sentido a ese cuadro que no entiendo pero por algo lo compraron a cien millones de dólares, podría explicarse uno humildemente. Aunque siendo un poco más realista en seguida llegás a la conclusión de que la explicación para los valores siderales de la obras es el lavado de dinero.
La cuestión es que hay obras lindas y feas, pero mientras cuando se peleaban Leonardo y Miguel Ángel ambos producían pinturas y esculturas fácilmente reconocibles como tales, hoy vas recorriendo un museo en Mar del Plata cuando ves los matafuegos y la manguera contra incendios y no podés evitar sentir que falta un cartelito pequeño y rectangular a la derecha: Obra hidrante; cajas de acero empotradas con matafuegos, mangueras y cartelería.

jueves, 4 de agosto de 2016

Nubes que se forman

Condensación


Chaltén quiere decir montaña que hecha humo. Es el nombre de un cerro. Llamado así porque alguna vez puede habérselo confundido con un volcán. Lo cierto es que por alguna extraña razón que los meteorólogos deben entender, justo detrás de él suelen formarse nubes que se dedican a tapar su cima con persistencia.
Cualquiera que haya viajado a esos lugares de la provincia de Santa Cruz sabe muy bien que ver la cima de esa hermosa montaña no es lo más fácil del mundo. Rodrigo estuvo ahí en el año 2000 convencido de que ya había empezado el tercer milenio (aunque después aceptaría que para eso faltaba un año, porque el cero no existía cuando se gestó el calendario gregoriano).
Rodrigo pudo ver la cima del Chaltén desde la ruta, pero para cuando llegó al pueblo ya estaba oculta y no volvió a mostrarse durante toda su estadía. Era verano, pero en esas latitudes parecía invierno, las nubes taparon mucho más que la cima de las montañas.
Pero Rodrigo viajó otra vez quince años más tarde. O hace seis meses. Y el final de febrero le regaló un día espectacular. Pudo ver la cima del cerro desde la ruta, desde el pueblo, desde los senderos andinos y al pie de la Laguna Capri. En es lugar sacó fotos durante media hora y descubrió que las nubes se forman justo ahí, como si su única misión en el mundo fuera taparle el cerro a los turistas.

domingo, 24 de abril de 2016

El pájaro

Foto

Siempre hace frío arriba de este glaciar. Y nunca tengo el abrigo suficiente. Está ubi­ca­do en una zona de tanto viento que muchas veces no me hace falta aletear, pero si no aleteo me resulta im­po­si­ble entrar en calor.
Cuando vuelo por encima de este río congelado siempre in­ten­to con­tar cuántas puntas tiene. Pero como soy un pajarito, nadie me enseño a contar. Aún así, de alguna manera logro tener noción de mi velocidad. Si las puntas pasan rápido hacia atrás es porque yo vuelo rápido hacia adelante. Y sí, siempre vuelo hacia adelante.
Justo en este momento me doy cuenta de que estoy algo cansado. Necesito hacer una pequeña parada en algún lugar. Busco un árbol que no tenga muchas hojas… Ahí hay uno. Inicio descenso. Bajo la velocidad. Confirmo aproximación visual. A último momento estiro las patitas.
Lo importante cuando se aterriza en una rama es cerrar los dedos inme­dia­ta­mente. Porque ni bien la tocás empieza a moverse. Yo supongo que es porque los árboles no quieren sostenerte. Pero se cansan en seguida, porque el movimiento que al principio es violento amaina rápido.
Siempre hay gente en las pasarelas del parque. Montones de hombres y mujeres que se quedan absortos con las paredes de hielo. Algunos niños corren. ¿Y ese qué hace? Me parece que me está apuntando con la cámara de fotos. Podría aprovechar para hacerme el interesante. Voy a mirar para la derecha…

sábado, 2 de abril de 2016

Gotas de vidrio

Foto

Nosotras somos trans­pa­rentes porque es­ta­mos hechas de un lí­qui­do traslúcido. Existen otras gotas de colores oscuros, pero no somos nosotras.
Como somos trans­pa­ren­tes la luz nos atra­vie­sa todo el tiempo. Nos cruza tan rápido que ni siquiera sen­ti­mos cosquillas. Pero ayer supimos que la afectamos un poco.
Después de caer del cielo durante una lluvia nos quedamos pegadas en un vidrio bien vertical. En eso se nos acerca un hombre con un trípode y una cámara de fotos. No sabemos cómo se dispara con esas máquinas pero estábamos seguras de que nos apuntaba directamente. Nos asustamos un poco.
Como no somos muy miedosas Rodrigo nos tranquilizó rápido. Nos explicó que la cámara no disparaba nada, sólo captaba la luz que nos estaba atravesando. Nos dio curiosidad. ¿Por qué nos prestás atención si somos transparentes? La luz nos pasa de largo, le explicamos. En seguida Rodrigo nos advirtió: la luz las atraviesa, es cierto, pero sufre pequeñas alteraciones.
No le creímos. El fotógrafo intentó convencernos durante varios minutos. Nos charló de difracción, óptica, rebotes de los rayos lumínicos y vaya a saber cuántas cosas más. Nosotras de física no sabemos mucho pero igual estábamos convencidas de que nos estaba haciendo el cuento.
Al final Rodrigo se cansó. Dejó de hablar por un rato, acomodó la cámara y tocó varios botones. Nos apuntó. Parecía revisar el resultado con atención después de cada disparo. Se dio vuelta y cerró la cortina. Siguió disparando.
Nosotras seguíamos convencidas de que no podía ser cierto que la luz sufriera cambios al atravesarnos. Hasta que a último momento nos vimos reflejadas en la lente de la cámara. No somos completamente transparentes... ¡A veces nos brillan los bordes!

martes, 29 de marzo de 2016

Noche en Calafate

Condensación



La diferencia entre una foto y una película siempre fue la misma. La foto es una foto y la película es un conjunto de fotos, que miramos con mucha rapidez. La velocidad necesaria para producir la ilusión de movimiento es tan grande que para hacer las primeras películas no pudieron usarse los tradicionales álbumes de fotos. Hubo que inventar una forma de proyectar las distintas imágenes una encima de la otra.
Claro que el movimiento en ningún momento se preocupa por nuestra intención de registrarlo, así que para poder verlo en detalle, a veces es necesario contar con máquinas capaces de filmar en cámara lenta. Son máquinas cinematográficas comunes, pero sofisticadas. El resultado siempre es sorprendente. Ver la deformación de una pelota de tenis o la lengua de una iguana cazando una mosca es simplemente increíble.
Otros movimientos son excesivamente lentos. Nos exigen la paciencia de un pasado en el que hombres y mujeres teníamos tiempo de detenernos a mirar el cielo durante horas. En un mundo instantáneo, en el que todo sucede rápido, cada vez existen menos personas con la capacidad de observar atardeceres.
Rodrigo es una excepción. El estudio del piano y las artes marciales, la corrección del código de algunos programas de computadora o el estudio detallado de un juego de magia, le han permitido ser paciente. Al menos con algunas cosas.
Una tarde se sentó en la galería de un hotel en Calafate. Acomodó su trípode con la cámara apuntando a la ciudad, y esperó. Durante cuarenta minutos la cámara sacó más de doscientas fotos. Rodrigo las condensó en una película. Ahora cualquiera puede mirar lo que pasa cuando el sol se termina de esconder atrás de las montañas. Si puede esperar doce segundos.

viernes, 25 de marzo de 2016

Cambio de rumbo

Noticia Cierta

A partir de este momento, Percepciones de la ignorancia cambia de rumbo. La noticia puede resultar intrascendente si se tiene en cuenta la débil actividad literaria que presenta el blog últimamente. Pero aún cuando uno avance con pasos de hormiguita, un cambio de dirección implica un nuevo destino en el futuro. Y el futuro es más importante que el pasado.
Siempre supimos que a Rodrigo Valla le gustaba hacer dibujitos. De hecho casi todos los textos aquí publicados están acompañados por una imagen cuya paleta de colores es siempre la misma. Llegó a existir un club de anti-fanáticos que se reunía gritando la consigna: Basta de violeta.
En agosto de 2015, Rodrigo logró después de ahorrar con esfuerzo, comprarse una buena cámara de fotos. De esas que tienen un espejito adentro. Con controles manuales y todo. Su interés por escribir está ahora por detrás del placer que le provoca andar disparando su cámara contra todos lados.
Pensarán ustedes que Rodrigo está por abandonar este blog y pasar otra cosa. Sería sensato. Pero dejar un montón de textos abandonados en un servidor desconocido, abandonando también a sus pobres personajes, le parece demasiado.
Así que Rodrigo va a intentar continuar con Percepciones de la Ignorancia pero dándole un vuelco. Lo que voy a intentar hacer, nos explica, es invertir el proceso creativo. ¿Nos los podés explicar un poco mejor? Siempre escribí primero, continúa, y dibujé después. Ahora voy a hacerlo al revés. Voy a escribir a partir de las fotos, al menos voy a intentarlo.
En los próximos días, quienes vuelvan por acá, se van a encontrar con nuevas familias de textos. Las fotos y las condensaciones.

viernes, 5 de febrero de 2016

26 mártires

Hecho

Y en este momento, se despiertan. Sí, ahora ustedes están despiertos. Quédense tranquilos, los dormí únicamente para que no sufran las inclemencias de los viajes en el tiempo. Es que teníamos que viajar muchos años. Estamos en la prefectura de Nagasaki, sin rastros de radiación ionizante, porque todavía nadie tiró ninguna bomba atómica. Es 5 de febrero de 1597. Los abrigué un poco porque hace frío.
Nos estamos moviendo para buscar una buena ubicación para poder ver la colina Nishizaka en las afueras de la ciudad. Lo que está por ocurrir es terrible. Hace poco condenaron a muerte a veintiseis cristianos, algunos de ellos jesuitas japoneses. Tengo entendido que vienen desde Kyoto y los van a crucificar justo en esta colina.
Escoltados por recios soldados orientales los cristianos llegan a la ladera que les toca. Comienzan a subirlos a las cruces, distribuidas en una gran superficie que pronto se manchará de rojo. La gente empieza a reunirse. Poco a poco la cantidad de espectadores crece. Hay más de 3000 personas.
En un momento quedará claro que no están mirando una película. Cuando comiencen a clavar lanzas en los cuerpos de los condenados y la sangre manche el suelo, algunos no podrán resistirse. Romperán el cordón de soldados y correrán hacia las cruces limpiando el cuerpo de las víctimas. Incluso recogerán tierra y se llevarán trozos de kimono, pero los verdugos no se quedarán tranquilos. Los rechazarán a los golpes y pronto su sangre se mezclará en el suelo con la de los 26 mártires.