domingo, 4 de junio de 2017

Libros espaciales

Ficción

Todo fue posi­ble sólo porque los extra­terres­tres tienen la capacidad de detener el tiempo. Fue absolutamente necesario. Muchos saben que hace años los extraterrestres conviven con nosotros en nuestros países y ciu­dades. Otros inten­tamos convencernos de que no es posible.
Lo cierto es que cuando esos extraños sujetos que viven hace mucho tiempo en un planeta recién descubierto por la humanidad necesitaron estacionar su nave espacial aquí, necesitaban hacerlo sin que la gente se diera cuenta.
Nuestro planeta está lleno de rincones desiertos, pero dejar una máquina tan grande en un lugar solitario no es seguro. Es fácil ver en una imagen satelital del desierto un objeto extraño, básicamente porque es el único objeto.
Por eso los invasores querían aterrizar su nave en el medio de alguna ciudad. Y Buenos Aires era ideal por varias razones. Primero: se ubicaba en Argentina, un país que ya había dado refugio a un montón de inmigrantes que ningún otro país hubiera querido. Hablamos especialmente de nazis y fascistas. Segundo: tenía un grupo de políticos de lo más corrupto y era bastante fácil saltearse autorizaciones, controles y permisos. Tercero: se trata de un país en el que se pueden comer miles de alfajores con dulce de leche distintos. A los extraterrestres les fascinan los alfajores.
El tiempo fue detenido durante dos días en todo el planeta. Alcanzó para aterrizar la nave en el este de la ciudad, cambiarle escotillas por ventanas comunes y llenarla de libros. Se la inauguró luego como biblioteca pública y se atribuyó el edificio a un tal Clorindo Testa (nadie puede discutir que tiene nombre de extraterrestre).