jueves, 9 de abril de 2015

Reflejo del cielo

Ficción

Gabriel estuvo a punto de ser atrapado por la policía. Su intervención en las ruinas tucumanas había sido de gran envergadura y tardó mucho más en desaparecer. Los responsables del sitio arqueológico denunciaron lo sucedido inmediatamente, pero las fuerzas policiales del interior a veces dan oportunidades. Y mientras entre oficiales discutían cómo se escribía la palabra profanación, nuestro querido fotógrafo manejaba intranquilo hacia el norte.
Cruzó a la provincia de Salta y en Cafayate tomó la ruta 68. Y cuando llegó a Salta, esa ciudad linda del noroeste, no se detuvo. En San Salvador de Jujuy tampoco. Lo hizo cuando llegó a Tilcara. Ahí limpió bien el auto y se deshizo de los baldes. Escondió bien el arco guardándolo con las flechas comunes y corrientes. Descargó las últimas fotos y las borró de la cámara.
Comió lo que cualquiera de nosotros comería en ese lugar. Empanadas de carne, humitas, tamales. Quizás algún pedacito de llama. Lo cierto es que a la mañana siguiente llegó con su cámara hasta la puerta del Pucará de Tilcara. Pagó debidamente su entrada y empezó a recorrer los senderos que de a poco atravesaban ese antiquísimo poblado, medio reconstruido medio abandonado, que supo albergar a tantos nativos americanos.
Cuando llegó arriba de todo y sacó su cámara de la funda nos sentimos un poco extraños. ¿Va a sacar la foto? Pero si todavía no hizo nada. Y cuando miró hacia el sur nos dimos cuenta. Las puntitas de muchos de los cardones estaban pintadas. Y más abajo, sobre la margen este del Río Grande, Gabriel había dibujado el reflejo del cielo.
Seguramente lo hizo a la noche, cuando desprevenidos pensamos que después de las empanadas se iba directamente a la cama. Lo cierto es que ahí estaba por fotografiar el paisaje intervenido, pero esta vez sin levantar sospechas. Porque los responsables del predio ya se agrupaban cerca del fotógrafo sin saber quién había podido hacer aquello. Mientras discutían se escuchó un Click.

Había mucha luz, así que abrí el ojo por muy pero muy poco tiempo. Alcancé a ver que estaba mirando desde arriba el cauce de un río. Había unas montañas atrás y algunas plantas desérticas cerca mío. Lo que más me llamó la atención fue el extraño reflejo del cielo sobre la tierra. No pude retener más detalles, la imagen se me fue a la memoria de largo plazo.