miércoles, 16 de marzo de 2011

Metro patrón

Ficción

El viaje de vuelta es más caro. Eso me dijo el chofer.
Como no me gusta andar aceptando verdades incomprensibles por el mínimo hecho de que sean ciertas, dediqué el fin de semana a averiguar por qué el viaje de vuelta costaba más. Estarán de acuerdo conmigo en que no tiene ningún sentido que el viaje de un punto x a un punto y cueste más caro que un viaje de igual distancia pero en sentido contrario.
Los empleados de la terminal de colectivos no sabían demasiado. Tuve que pedir ver al gerente. Me recibió en seguida, quizás por ser mi consulta un tanto fuera de lo común. ¿Por qué el viaje de vuelta sale más caro? Me miró con cara de te entiendo perfectamente. La razón es muy simple, me dijo, el viaje de vuelta es más largo. ¿Cómo que es más largo? Claro, el viaje de vuelta es de tres mil cinco metros y el de ida de dos mil novecientos cincuenta y uno.
La seguridad con la que se justificó el gerente logró confundirme más de lo que estaba. Yo sabía que el vehículo del transporte público realizaba exactamente el mismo recorrido en ambas direcciones, transitando sólo por calles de doble sentido. No podía ser cierto lo de los cincuenta y cuatro metros de diferencia.
Estuve dos semanas buscando la causa del inexplicable fenómeno. Lo consulté con ingenieros, con físicos y hasta con personas normales. Entendí todo cuando compré el diario. Es que resulta ser que la calefacción de la oficina internacional de pesos y medidas en París, dejó de funcionar. Y entonces, consecuencia del gélido invierno, el metro patrón que allí está depositado, no puede evitar contraerse durante la noche, haciendo que mi viaje de vuelta en colectivo, sea más costoso.