viernes, 4 de marzo de 2011

Relatividad especial

Percepción

Un joven está por salir del supermercado. Un viejo está haciendo lo mismo. El joven camina con celeridad, porque aún sin estar apurado no quiere perder el tiempo. El viejo se mueve con gran lentitud, quizás porque así lo quiere, quizás porque es el límite de sus posibilidades. El joven lleva algunas frutas, pan y jamón. El viejo unas bananas y media docena de facturas. El joven esquiva la cola de una caja, se para detrás del último de la fila de la siguiente. Entonces ve que en la de al lado no hay nadie. Un cartel aclara que se trata de la caja con prioridad para embarazadas, personas mayores y otros individuos con limitaciones. Pero como no hay nadie, el joven deposita su compra en la cinta. Y justo en ese momento el viejo llega a la caja. El joven corre sus cosas a un lado, y cumpliendo con su deber pero pensando que el viejo podría haber llegado en cinco minutos, le deja el lugar. Ahí empieza la conversación.
Pase, dice el joven con amabilidad.
El viejo lo mira raro y contesta con seguridad. Usted llegó primero, así son las cosas.
Está bien, yo llegué primero pero es la caja con prioridad para usted.
No se haga problema joven, dice el viejo, es usted el que tiene que llegar, yo ya llegué.
El joven sonríe con sinceridad.
Yo ya llegué a los cien, prosiguió el viejo, ya no tengo más nada que esperar. Cualquier segundo es igual de lindo para mí.
El joven sonríe de nuevo. No tiene nada para decir, aunque tras confirmar en la apariencia del viejo los cien años que dice tener, se pregunta si aburrirá mucho vivir tanto.
Y así es como en un supermercado común y corriente, muy lejos de los aceleradores de partículas, la teoría especial de la relatividad diseñada por Einstein en 1905, se expresa nuevamente con cotidianeidad. El intervalo temporal se contrae o se dilata dependiendo de la velocidad del sistema inercial en que se encuentre.