Influencias

En pleno siglo veintiuno, uno sufre o disfruta la influencia de muchas personas y cosas. Uno se mueve en el mundo y aunque no tenga muchas ganas, también ve cómo el resto lo hace. Así que, es necesario reconocer la influencia que tiene sobre nosotros la historia. Y también a través de quiénes la ejerce.

Música
Mi autor, sin duda es cautivado por Beethoven. Percibe en él, a lo largo de su obra, una búsqueda constante y dinámica hacia el futuro. Vuelve a sorprenderse una y otra vez con las últimas sonatas y cuartetos. Las nuevas sonoridades propuestas por Debussy, consecuencia de la importancia que como compositor le otorga al timbre, lo prepararon para la escucha de todo el resto del siglo veinte. Siglo al que ingresaría, como oyente y como músico, a través de los Mikrokosmos de Bartok, para después de a poco, acercarse a las distintas expresiones de la música contemporánea. En este sentido, su primer paso sería el Cuarteto para helicópteros y cuerdas de Stockhausen. Con el tiempo crecería su interés por la orquesta y sus posibilidades, interés que lo llevaría a escuchar a Stravinsky y nuevamente a Debussy. Hasta que la culebra de Sensemayá lo obligara a orientar su oreja hacia el oeste, para escuchar la resonancia de Latinoamérica.

Pintura
Rodrigo no cree que nadie pueda negar la admiración que le causa la pintura de Leonardo. La Gioconda, La virgen en las rocas o La última cena. Tampoco los cuadros de los impresionistas. Sin embargo es la elaboración abstracta de la imagen lo que más le llama la atención. Picasso le resulta interesante y Salvador Dalí lo fascina, pero la pintura que más disfruta es la de Kandisky y Miró. Aunque su abstracta preferencia no evita que contemple con admiración los óleos de Quinquela Martín ni las formidables batallas de Cándido López.

Letras
Uno no aterriza en las primeras páginas de Dostoyevski sin escalas previas. En el caso particular de mi autor, fue José Saramago quien lo preparó para pasar de una literatura a otra, abandonando los libros mejor vendidos para explorar obras más sutiles. Después de leer las novelas de Julio Verne durante su infancia, no abordaría grandes obras de la literatura hasta conocer a Saramago. Sus novelas lo volvieron un lector más exigente y también le dieron ganas de escribir (yo soy consecuencia de esto último). El señor de los anillos, La rebelión de Atlas y El péndulo de Foucault siempre estarán entre las novelas que más disfrutó leer. Como artista, sintiendo la necesidad de familiarizarse con la literatura Latinoamericana, hace tiempo busca en García Márquez, Carlos Fuentes, Cortazar, Leopoldo Marechal o Manuel Puig una obra que sin dejar de estar impregnada de América sea también una obra literaria personal y atrevida, como las últimas sonatas de Beethoven o los cuadros de Kandisky. Esta búsqueda, hasta ahora, sólo se vio satisfecha por las novelas de Ernesto Sabato, en especial por Abadón el exterminador.

Ciencia y técnica
Le divierte la geometría plana. Disfruta mucho la demostración del Teorema de Pitágoras, concisa y universal. Por haber crecido inventando, reconoce un gran valor en el trabajo de inventores profesionales como Edison o Biro. También de inventores de gran audacia como los hermanos Wright. Le resulta muy interesante la teoría de la relatividad (la cual no entiende) y algunas ideas de la física cuántica. Lo tranquiliza saber de la existencia del Teorema de Gödel y el Principio de incertidumbre.