Trasgresión
Javier siempre fue un trasgresor.
Sufrió las consecuencias.
Así llegó a la estación de Retiro. Se subió a ese vehículo enorme que lo trasladaría a su destino. Se había asegurado, cuando compró el pasaje, de sentarse en la ventanilla. Quería poder confirmar a través del vidrio, la constante reducción de la distancia restante.
Los paisajes que adornaban la ventana de Javier fueron cambiando, primero algo claustrofóbicos, invadidos por edificios, gente y tránsito. Con los kilómetros se fueron ampliando, hasta que pudo verse el horizonte.
Fue entonces cuando Javier se aburrió. Segundos, minutos y horas viendo un horizonte planísimo, hecho de pasto con cielo, cada tanto interceptado por un poste de luz. Abandonó la contemplación del exterior y metió su mirada para adentro.

Después de un griterío improvisatorio y la sucesiva detención del vehículo, una vez aclarado el asunto y entregado Javier a la policía, pudo seguir su viaje el micro, pero tuvo que hacerlo sin aire acondicionado.