jueves, 2 de diciembre de 2010

El recurso del sueño

Divague

Estaba pensando. Pensaba que en nuestros días, existen ciertos recursos que no deberían usarse más. Me refiero a recursos propios de algunas expresiones artísticas. Muchos estarán de acuerdo conmigo. Ningún pintor debería volver a usar la técnica del balde, porque ya se hizo antes. Y el resultado que finalmente se plasma en el lienzo, al arrojarle un par de litros de pintura, es tan aleatorio que la autoría de la obra debería reconocérsele a la Teoría del Caos.
Ninguna obra musical del presente y el futuro debería hacer uso de la escala mayor. A esta altura, su estructura resulta excesivamente obvia. Además, es de público conocimiento que, la armonía resultante del trabajo con dicha escala, en muchos casos es tan parecida, que puede superponérsele casi cualquier tema si primero es llevado a la misma tonalidad.
Por último, el recurso más asquerosamente gastado, en la literatura y sobre todo en el cine, es el del sueño. Millones de argumentos que se enredan sobre sí mismos y se vuelven irresolubles, son concluidos cuando su protagonista se despereza. Sin duda, este es el recurso más pobre de todos, porque a diferencia de las aleatorias morfologías de las manchas devenidas de un baldazo de pintura y los distintos comportamientos melódicos contenidos en la escala mayor, la resolución de un complejo nudo argumental con el instantáneo despertar del personaje, es siempre el mismo.
Un personaje que despierta de un sueño para resolver un argumento, vuelve ficticio lo que inmerso en la ficción era real. ¿Por qué alguien condenaría a un personaje, que no goza de una mayor realidad que la que existe en su ficción, a volverse él también ficción? ¿Por qué tanta crueldad?
Justo cuando me disponía a responderme esta pregunta, me sonó el despertador.